Pablo Abraira

 

Pablo Abraira es un cantante español nacido el 1 de julio de 1949 en Madrid. Reconocido por su voz cálida y su estilo en la balada romántica y el pop melódico, alcanzó gran popularidad en España durante las décadas de 1970 y 1980. 

Abraira inició su carrera en los años 60 como vocalista del grupo de blues Los Grimm, donde coincidió con Pedro Ruy Blas. Su primer gran éxito como solista llegó en 1976 con el álbum O tú o nada, que incluyó temas como “Pólvora mojada” y “Gavilán o paloma”, este último convertido en un clásico de la música española.

En 1986 lanzó el álbum Taller de sentimientos, consolidando su carrera con canciones como “Vuelve”, “Hombre de la calle” y “Soy quien siente tu mirada”.

Además de su carrera musical, Abraira participó en musicales como Jesucristo Superstar y Hércules, y en programas de televisión. En los años 90, se trasladó a México, donde grabó dos discos y disfrutó de éxito y popularidad. Posteriormente regresó a España, donde continuó su carrera artística.

Actualmente, sigue activo en la música, ofreciendo conciertos, componiendo y produciendo discos para otros artistas.Está casado y tiene dos hijos, Marcos y Rebeca. Además, participa en actividades solidarias, como conciertos benéficos y proyectos como “Música en vena”, que lleva música a hospitales .


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Fuente Wikipedia


Pablo fue y es gavilán y paloma

Dicen que el nacimiento de una persona marca su vida. Algo de verdad debe haber en esto. La gente suele nacer en hospitales o domicilios particulares; sin embargo, Pablo nació en un taxi madrileño el 1 de julio de 1949 y su vida iba a convertirse después en un continuo tránsito entre España y América, entre la canción y el teatro.

Su formación musical fue ante todo como oyente, pues su madrina era una melómana que desde su infancia se empeñaba en llevarlo a conciertos de música clásica, donde Pablito se aburría a modo, pero donde se impregnaba de buena música. Se cría en el barrio de Salamanca y conoce las primeras letras en un colegio regentado por frailes jesuitas. A los siete años ya está en su escolanía. Así, entre cantos de misa y conciertos sinfónicos en el Monumental transcurren sus primeros años.

Pero el adolescente Pablo demanda emociones más fuertes y a mediados de los 60 forma un conjunto con sus amigos para cantar a los Beatles y al rock and roll. Se llaman Los Surcos. Ensayan en un garaje de la Colonia San Vicente. En ese grupo coincide con el guitarrista Javier Esteve. Graban maquetas pero no editan ningún disco. Se disuelven a finales de 1968. Javier formará pronto Cerebrum y Pablo va a entrar como cantante en su primer grupo importante: Los Grimm. Aunque este grupo lo conoce de refilón, pues solo grabará con ellos su último single, en 1969. De las cenizas de Los Grimm nacerá Frecuencia, un grupo con más calidad que suerte, que reducirá su trayectoria a un único sencillo.

En el otoño de 1972 es apartado de la circulación para hacer la mili en África, lo que supone desaparecer del panorama musical por año y medio. Licenciado, regresa a Madrid sin ninguna expectativa. Un conocido, el ex de Los PekenikesÁlvaro Nieto, colaboraba con Movieplay e invita a Pablo a grabar una maqueta con escasos medios y mucha prisa. Pablo acepta y en el verano de 1974 decide irse a pasar el verano a Fuengirola. Aquella cinta cae en manos de Rafael Pérez Botija, al que entusiasma la voz de Pablo. Hay que entender que aquellos años, todas las discográficas andaban a la caza de cantantes melódicos que continuaran la senda de Julio IglesiasDaniel VelázquezCamilo SestoLorenzo SantamaríaJuan CamachoTony Landa… Aquella vena parecía un tanto agotada, pero aún era capaz de generar royalties. Tras una búsqueda casi detectivesca, Álvaro logra dar con el paradero de Pablo, cuyo único proyecto era sestear en playas y discotecas, y le conmina a que regrese a la capital.

Todavía pasará un largo año hasta que el primer vinilo de Pablo Abraira aparezca en el mercado. Con dos canciones del propio Pérez Botija, se presenta: “O Tú o Nada” (Movieplay, 1976). El disco arma el taco, a pesar de un planteamiento ciertamente conservador en lo musical. En octubre de 1976 alcanza el número 1 absoluto de ventas y ahí se queda durante tres semanas. El mes anterior había estado dos semanas encabezando la lista de Los 40 Principales. Eso se llama llegar y besar el santo.

En el invierno siguiente graba su primer LP: “30 de Febrero” (Movieplay, 1977), del cual se extraerá su segundo sencillo, “Gavilán o Paloma” (Movieplay, 1977), con el que en la primavera de ese año estará cinco semanas en la primera plaza de la lista absoluta de ventas. Movieplay revive gracias a sus ventas y se frota la manos con este nuevo rey Midas; sin embargo, Pablo ya no volverá al número 1 y a la postre estos dos monumentales hits pesarán como el plomo durante el resto de su larga carrera.

El enorme impulso inicial logra que su siguiente LP, “Visiones” (Movieplay, 1978), y los sencillos “Lágrimas Blancas” (Movieplay, 1978) y “¿Quién Tiene un Duro de Amor?” (Movieplay, 1979) se metan en las listas de ventas. Y en el caso del último citado alcance el top 10. 

Pero a partir de los 80 su carrera toma la cuesta abajo. Pocas ventas, discos ni mejores ni peores que los anteriores, pero alejados de un público inmerso en La Movida; galas veraniegas que escasean, hasta que en 1983, tras la publicación de “Cuarto Creciente” (Movieplay, 1983), la discográfica no renueva el contrato.

Quizá no venda muchos discos, pero sus capacidades interpretativas le llevan a protagonizar en 1980 “Lovy” (1980) de Óscar y Jorge Gómez, un ambicioso proyecto absolutamente español con un elenco de cantantes famosos: además del protagonista, allí estaban Teddy BautistaMickyMaría Veranes y otros menos conocidos. Se estrena el 8 de octubre, la crítica lo pone bien; sin embargo, no alcanza el éxito esperado. En varias representaciones surgen problemas técnicos derivados del uso aún poco controlado de micrófonos inalámbricos y efectos láser, que consiguen la hilaridad de un público, que escucha como se cuela en el sonido de la obra la frecuencia de la emisora de la policía madrileña intercambiando mensajes, o como los rayos de colores tomaban vida propia y se disparaban en direcciones inesperadas. Se corta durante una semana para solucionar el asunto y no llega en cartel ni a navidades.

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