Cambia pronto el arco del violín por la caña del saxofón y en 1949 entra en una nueva orquestina denominada Los Magos del Ritmo para tocar ese instrumento. Tras un largo y obligado paréntesis militar decide adoptar la música como profesión. Para entonces ingresa en los Crazy Boys, un grupo especializado en el swing y el jazz más comercial y que son una de las atracciones más apreciadas en las salas de fiesta de la Ciudad Condal. La tesitura vocal de barítono-bajo de José lo lleva a ocupar el puesto de vocalista hacia 1954. Interpreta como nadie los estándar americanos y comienza a cimentarse, aún a nivel local, su fama de buen cantante. Lo compagina con el saxo, aunque su faceta de cantante se impondrá. El gran músico de jazz Tete Montoliú siempre sostuvo que era una verdadera pena que no se hubiese dedicado al jazz, pues podría haber sido uno de los grandes de este estilo en nuestro país.